Fases del cambio político
CRISIS; INSTAURACIÓN; CONSOLIDACIÓN.
Leonardo Morlino, en su libro “Como Cambian los Regímenes Políticos”, expone, que entre un estado y otro hay a menudo una fase de paso, en la que el régimen no ha salido aun del estado precedente y aun no han entrado en el siguiente. Sobre todo cuando el cambio es lento, gradual y continuo. En estas fases, que pudieran constituir tantos nuevos estados intermedios como secuencias posibles existen, el régimen ya no presenta todas las características ajenas al estado precedente y no posee aun las propias del estado siguiente.
Entre todos los estados intermedios hay dos que destacan claramente por su peculiaridad: 1) el paso entre el derrumbamiento del antiguo régimen y la instauración del nuevo; 2) el estado intermedio entre la crisis del antiguo régimen y la instauración del nuevo. En ellos coinciden la fase de paso de estado a estado, y la transición a un nuevo régimen, cosa que no ocurre en todos los demás estados intermedios.
Para explicar las fases que atraviesan los regímenes políticos, será útil la teoría de los sistemas, cuando hace referencia a algunos aspectos esenciales en el funcionamiento de un sistema político. Así, los factores a considerar los probablemente los siguientes: 1) las demandas políticas, como expresión de preferencias y necesidades de la comunidad política, articuladas por las distintas estructuras intermedias, tales como partidos, sindicatos, grupos de presión y otras, o, en todo caso, incluso en relación a los distintos sistemas políticos; 2) el apoyo al régimen, de diverso grado y consistencia, ligado o no a las demandas; 3) los procesos de decisión, que sustancian al régimen, los llevan a cabo las estructuras principales del régimen mismo y están reglamentados explicita o tácitamente; 4) los outputs y los resultados de las decisiones, más o menos relacionados y adecuados a las demandas; 5) las reacciones que se dan en la comunidad política como resultado de los efectos de las decisiones tomadas; finalmente, 6) una estructura coercitiva o de represión, que, de modo más o menos abierto, trata de mantener el régimen sustituyendo o reforzando el papel desempeñado por el apoyo.
Entre estos elementos se crea un conflicto dinámico que tiene luego como resultados las diversas soluciones de equilibrio, correspondientes a los estados del régimen (persistencia estable e inestable, crisis, hundimiento, instauración y consolidación).
Se crea una especie de conflicto entre los impulsos que vienen de la comunidad política a través de las demandas y el apoyo – o la disminución de este –, los impulsos contrarios que derivan de la dificultad de tomar decisiones – incluso en relación a las posibles coaliciones que se forman, a la dificultad de resolver los problemas, de compaginar los intereses en juego y en relación a la disponibilidad de recursos – y, por último, la válvula de escape y atenuación de los impulsos debidos al surgimiento de decisiones que repercuten en los actores que las reclaman o, más sencilla y drásticamente, por la actuación del aparato represivo. Esta es la llamada fase de crisis.
Luego pasamos a la fase de instauración cuando se crean las nuevas normas y estructuras de autoridad y comienza a funcionar una solución inicial de equilibrio precario entre estos procesos que tienen formas nuevas respecto a los del régimen anterior. A través de progresivos ajustes y modificaciones de ese equilibrio se puede llegar a la fase de consolidación, una solución en la que el régimen demuestra que puede funcionar y durar en el tiempo. Así pues, hay una especie de ordenación de las estructuras creadas en la fase anterior y de integración de las antiguas estructuras, pertenecientes al régimen anterior. Una posible salida para la consolidación es la persistencia, una solución de equilibrio sustancialmente semejante a la anterior, pero con la diferencia de que el tiempo o la duración han reforzado la solución creada entre los elementos del sistema antes mencionado.
Salidas de crisis pueden ser, aparte de la transición: a) el hundimiento, esto es, la ruptura completa y definitiva de cualquier solución de equilibrio posible entre esos elementos, dadas las normas y estructuras asumidas por el régimen; b) la reconsolidación, que puede ser solamente la recreación de la misma solución de equilibrio anterior a la crisis que caracterizaba el anterior estado de persistencia, o bien corresponder a una nueva solución de equilibrio, siempre dentro del mismo régimen.
Procesos de crisis que afectan a los sistemas políticos.
Las posibles tendencias a la crisis son la crisis económica, que se origina en el sistema económico; la crisis de racionalidad y la crisis de legitimación; originadas en el sistema político y la crisis de motivación; que tiene su origen en el sistema sociocultural.
En las crisis económicas, el sistema económico requiere de input en trabajo y capital; el output consiste en valores consumibles, distribuidos a lo largo del tiempo entre las capas sociales en diversas formas y montos. Para el modo de producción capitalista, es atípica una crisis atribuible a insuficiencias de input. Las perturbaciones del capitalismo liberal fueron crisis de output, que una y otra vez trastornaron la distribución de los valores canalizada, en conformidad con el sistema, por vía del ciclo. Si en el capitalismo tardío persisten las tendencias a la crisis económica, ello significa que la intervención del Estado en el proceso de valorización obedece, a las leyes económicas que operan de manera espontánea y están sometidas, a la lógica de la crisis económica que se expresa en la tendencia decreciente de la cuota de ganancia.
El sistema político requiere de un input de lealtad de masas lo más difusa posible; el output consiste en decisiones administrativas impuestas con autoridad. Las crisis de output tienen la forma de crisis de racionalidad, el sistema administrativo no logra hacer compatibles, ni cumplir, los imperativos de autogobierno que recibe del sistema económico. Las crisis del input tienen la forma de la crisis de legitimación, en el cumplimiento de los imperativos de autogobierno tomados del sistema económico, el sistema de legitimación no logra alcanzar el nivel de lealtad de masas requerido.
Déficit de racionalidad de la administración pública significa que el aparato del Estado, en determinadas condiciones, no puede aportar al sistema económico suficientes rendimientos positivos de autogobierno. Déficit de legitimación significa que con medios administrativos no pueden reproducirse, o conservarse en la medida requerida, estructuras normativas pertinentes para la legitimación.
En la crisis de motivación, el sistema sociocultural toma input de los sistemas económico y político: bienes y servicios susceptibles de compra y de demanda colectiva, actos legislativos y administrativos, seguridad social y pública. Las crisis de output de los otros dos sistemas son, perturbaciones de insumo del sistema sociocultural, que se truecan en déficit de legitimación. La integración de una sociedad depende del output del sistema sociocultural, directamente, de las motivaciones que produce para el sistema político en forma de legitimación; indirectamente, de las motivaciones de rendimiento que produce para el sistema de formación y de profesiones. Debe hablarse de crisis sociocultural cuando las estructuras normativas se transforman, de modo que resulta perturbada la complementariedad entre los requerimientos del aparato del Estado y del sistema de profesiones, y las necesidades interpretadas y las expectativas legítimas de los miembros de la sociedad.
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